Cuentos Clásicos
El Reino de los Cuentos Perdidos

Roberto, el Volador

Un cuento de Heinrich Hoffmann (1809 - 1894)
Adaptación al español, de Ethan J. Connery


Érase una vez un pueblo lejano, perdido en un hermoso valle, oculto entre las montañas. Lejos, muy lejos... más allá de los vados de Fráncfort. Era una tarde de otoño y una lluvia copiosa caía. Pese a la lluvia, algunos niños jugaban en los prados.
— ¡BRRRMMM! ¡BRRRMMM!
Una gran tormenta pasaba en ese momento a través del campo y amenazaba con alcanzar el pueblito. Antes de su llegada, los padres llamaron a los niños:
— ¡Niñas! ¡Niños! ¡Entren a las casas ahora! ¡Que una tormenta oscura pronto llegará!
Las niñas y los niños del pueblo —que obedientes solían ser— a sus casas regresaron. Nada más oir el llamado de sus padres, abrigaditos y en sus habitaciones se quedaron.
"Que agradable era volver a casa junto a sus padres; a comer algo rico junto al fuego hogareño mientras pasa la tormenta."
Pensaban muchos niños.

Si... eran niños buenos y educados. Todos, menos el pequeño Roberto —más desobediente que el resto de sus aliados— que pensó:
"¡No! ¡No me quedaré en casa! Tengo un sombrerito y el paraguas de mamá. Voy a salir a jugar aunque mis amigos se hayan encerrado." 
— ¡Hijo, ya entra o te vas a enfermar! —le rogó su mamá desde la puerta de su casa— ¡Hice unas ricas galletas de quaker y están calentitas!
— ¡Ya voy, mamá! —le mintió el pequeño Roberto —más desobediente de lo acostumbrado— que pensó, otra vez: 
"¡Es maravillosa la tormenta aquí afuera! Me quedaré un rato más."
Y sin pensarlo de nuevo, al campo salió a chapotear, saltando de tanto en tanto con su sombrerito y el paraguas de su mamá.

Lo que Roberto no sabía era que una niñita lo miraba desde la ventana de la torre de una casita cercana.
— ¡Guau! ¡Cómo silba la tormenta y jadea tanto, que el árbol junto al niño se inclina hacia abajo! —dijo la niña a su papá, quién le preparaba una cena deliciosa en compañía de su mamá y hermanos.
Pero de repente...
— ¡Mira! ¡El viento atrapó el paraguas y Roberto sale volando! —exclamó la niñita.
Ahí va el pobre Roberto, volando a través del aire. Tan alto, hasta ahora, que nadie oye sus gritos.
— ¡Golpeará las nubes! —exclama la niñita, mientras los adultos observan aterrorizados.
Quién lo habría imaginado: paraguas y Roberto volando por ahí. Su sombrerito también ha volado lejos, muy por delante de él... tanto que podría llegar a Fráncfort. Roberto vuela atravesando las nubes y llorando todo el tiempo, pensando en su mamá. Su sombrerito será lo último que verá con él en el cielo. Donde el viento los lleve... ¡Sí! Nadie sabe exáctamente a dónde es eso.

Algunos en el pueblo dicen que el niño desapareció en una nube y jamás lo encontraron. Otros cuentan que las águilas se lo llevaron. Yo no sé que habrá pasado con él. Sólo recuerdo que salió volando; que el viento lo hizo un puntito lejano hasta desaparecer... y que todos los años, en otoño, cuando en las tardes cae una lluvia copiosa, su mamá prepara galletas de quaker calentitas y lo espera en el prado, con la esperanza que alguna tormenta le devuelva a su niño.


Fin


Noticia de último minuto :
Los bomberos de Fráncfort acaban de encontrar a un niño enredado con un paraguas en la parte más alta del "Europaturm"; la torre más alta de la ciudad. Lo acaban de rescatar y al parecer se trata de Roberto. Los doctores dicen que tiene hipotermia pero se salvará. Ahora mismo le están dando la buena noticia a su mamá :)

Fin 2