El Ratón sin Cola

Isabel Mézquita de Aguilar
Ilustración de JenDigitalArt

Un travieso ratoncito se divertía molestando al gato. Un día logró derramar el plato de leche en que el gato bebía. Furiosa, el gato persiguió al ratón, dispuesto a comérselo, pero sólo logró arrancarle la colita y se quedó con ella.
— Te la daré —dijo el gato—, si repones la leche que me tiraste.
El ratoncito fue a ver a la vaca.
— Vaquita, regálame un poco de leche para que se la dé al gato y él me devuelva mi colita.
— Te la daré —dijo la vaca—, si me traes un poco de masa fresca.
El ratoncito fue a pedir la masa fresca a la cocinera.
— Panchita, regálame un poco de masa fresca para que se la dé a la vaca, obtenga de ella un poco de leche y se la dé al gato a cambio de mi colita.
— Te daré la masa —respondió la cocinera—, si me traes el maíz para que la prepare.
El ratoncito fue en busca del labrador y le dijo:
— Amigo, regálame un poco de maíz para que se lo lleve a la cocinera para que me prepare masa fresca, y yo se la dé a la vaca, obtenga de ella un poco de leche y se la dé al gato a cambio de mi colita.
— Con gusto te lo daría, si no fuera porque la falta de lluvia ha retrasado la cosecha.
El ratoncito se quedó muy triste y empezó a llorar amargamente. El labrador, apenado, empezó a llorar también, y unidas las lágrimas corrieron por los surcos regando el maíz, que comenzó a dar unas hermosas mazorcas.

El labrador, muy contento, empezó a cosechar y le dio al ratoncito una buena bolsa de maíz. Así que el ratoncito se fue corriendo para llevar el maíz a la cocinera, que en un momento le molió y preparó la masa fresca.

Llevó la masa fresca a la vaca, que se la tragó en un abrir y cerrar de ojos, y así pudo dar leche al ratoncito. El gato, al ver tanta leche, le dio al ratoncito su colita, y el ratoncito se la pegó.

Fin