El Pájaro Azul

Maurice Maeterlinck

Muñecos de Rose Art Studios

Tyltyl y su hermanita Mytyl vivían con sus padres en la casita de un bosque. Eran pobres, pero felices. Lucie, la vecina, hija de Madame Berlingot, no podía caminar.

— ¡Pobre Lucie! Me gustaría ayudarla —suspiró Mytyl una tarde de Noche Buena.
— Sólo el Pájaro Azul la sanará —recordó Tyltyl y sorpresivamente, apareció una señora en el aire.
— Yo soy el Hada Beryluna —les dijo— Mi hija Luz y sus amigos el Perro, Gato, Pan, Azúcar y Fuego los guiarán en la búsqueda del Pájaro Azul. Harán un viaje largo y difícil" —agregó el Hada— Irán a la Tierra del Recuerdo a través del Salón de la Noche y al Palacio de la Felicidad. Visitarán el Reino del Tiempo y la Mansión del Futuro. En muchos lugares tendrán que abandonar a sus compañeros, porque no podrán acompañarlos. No sé si encontrarán al Pájaro Azul; pero estarán a salvo mientras Tyltyl conserve este diamante mágico en su sombrero. Cada vez que quieran volver a viajar y cada vez que necesiten a Luz, Tyltyl debe girar su diamante. Recuérdenlo bien. Y, ahora, deben ponerse en el camino que los espera.

La primera tapa del viaje de los niños los llevó al torbellino de las nebulosas del tiempo hacia la Tierra del Recuerdo. Ahí los esperaba una sorpresa.

— ¡Abuelitos! —gritaron Tyltyl y Mytyl— Pensamos que alejados por la muerte, no los veríamos nunca más.
— Siempre vivimos en el recuerdo —le aclaró la abuelita— Cada vez que piensan en nosotros, volvemos a acompañarlos.
— Venimos a buscar al Pájaro Azul —explicó Mytyl.
— Aquí hay muchos Pájaros Azules —apuntó el abuelito— Pero estas son Aves del Recuerdo y se volverán invisibles en el mundo real.
— Entonces, viajemos a las Puertas de la Noche —dijo Luz— Detrás yace la comarca de la Señora de la Noche, reina del Sueño, el Temor, el Misterio y la Oscuridad. Ahí está el Jardín de los Sueños, donde viven muchos Pájaros Azules.
— Pero ¿quién nos guiará? —preguntó Tyltyl.
— El Gato —contestó Luz— El puede ver en la oscuridad.

Ahora el Gato guiaba a los niños; pero, en los Salones de la Sombra, su naturaleza salvaje y la hechicería, lo vencieron. En vez de orientar, evitó que encontraran el Jardín de los Sueños. Pero Tyltyl y Mytyl insistían en llegar al vergel donde las aves del sueño comían fríos rayos de luna.

— Son porfiados —le susurró el Gato a la Dama de la Noche— Déjalos entrar; pero, antes, adviértele al verdadero Pájaro Azul para que no lo atrapen.

La Señora de la Noche permitió que los niños pasaran a su reino, donde los Pájaros Azules descendían y se elevaban a la luz de la luna. Capturaron a cuantos pudieron; pero cuando regresaron, todos desaparecieron. Eran Aves Imaginarias. El verdadero Pájaro Azul los había eludido. De regreso pasaron por el Bosque de las Tinieblas. El Gato corrió adelante y previno a los árboles y animales. De pronto, Tyltyl y Mytyl vieron un destello azul y a un pájaro posándose sobre un roble gigante.

— ¡El Pájaro Azul es nuestro! —gritaron los niños.
— ¡No te dejaremos cazarlo! —tronó el roble.

Tyltyl, asustado, giró rápidamente su diamante mágico.

— Hemos visto muchos Pájaros Azules —dijo Tyltyl— Pero, o desaparecen, o no los podemos cazar.
— Vamos al Palacio de la Felicidad —les dijo Luz— Hay felicidades falsas y verdaderas: el Pájaro Azul puede estar en una de ellas.

Primero ingresaron a la Cámara de la Frivolidad donde una multitud, finamente vestida, comía manjares.

— ¿Han visto a un Pájaro Azul? —les preguntaron los niños.
— Las únicas aves que tenemos son gallinas cocidas y pavos asados -les respondieron con tristeza.
— Vámonos de aquí —dijo Luz— Busquémoslo en el lugar de la verdadera felicidad: el Salón del Regocijo.

Allá encontraron a una señora encantadora esperándolos.

— ¡Mamá! —exclamó Mytyl extrañada— Te pareces a mamá; pero ¿cómo podría estar aquí?
— Yo te conozco bien, Tyltyl, y a ti, Mytyl —explicó ella— Yo soy el amor de mamá. Desgraciadamente, no puedo darles el Pájaro Azul; pero, recuerden esto: el Pájaro Azul está siempre cerca del Amor y la Felicidad.
— Sólo nos falta la Mansión del Futuro en el Reino del Tiempo —dijo Luz.

En la Morada del Porvenir vivía un anciano cuidando a los niños que esperaban nacer.

— Hola, Tyltyl y Mytyl —saludó un bebito— Yo seré su hermanito el próximo año.

Mientras Tyltyl y Mytyl esperaban en la Puerta hacia el Presente, llegó Luz.

— Encontré un Pájaro Azul que no ha nacido; pero me temo que no podrá abandonar este lugar —les dijo.

Y así era. Cuando regresaron, la pajarera estaba vacía.

— Fallamos, pero no debemos perder las esperanzas —dijo Luz— El Pájaro Azul está donde menos se supone, incluso puede encontrarse en el mundo real. Conserva el cristal de tu sombrero, Tyltyl; porque te recordará el poder de la Claridad.

Los pequeños viajeros llegaron otra vez a casa. El azúcar brincó al azucarero, el Pan se acostó sobre la mesa. El Fuego se desparramó en la leña. El Gato y el Perro se echaron a dormir. Tyltyl y Mytyl se fueron a la cama y, cuando despertaron, era Navidad. Todo parecía estar igual, excepto el pajarito gris de Mytyl.

— ¡Mira! —gritó Tyltyl— ¡Está azul!

En ese momento, golpearon la puerta.

— ¡Feliz Navidad! —dijo Madame Berlingot alegremente— ¡Mi hija Lucie puede caminar de nuevo!

Tyltyl y Mytyl se miraron y sonrieron. La búsqueda del Pájaro Azul había terminado felizmente.

Fin